Algunas respuestas al texto «Ecos y voces»



Federico Fernández:

Se podría empezar de muchas maneras, pero creo que conviene arrancar de la siguiente: ustedes se preguntan si existe una nueva generación de cineastas, yo pienso que el tiempo de ponerlo en duda ya lo hemos dejado atrás, ahora es momento de empezar a afirmarlo. ¿Qué somos si no esa generación de jóvenes cineastas? Directorxs, actores, actrices, programadorxs, criticxs, técnicxs, estudiantes, docentes, atravesando ese pantano que mencionan, en silencio, calladxs, con la cabeza gacha. Creo que el problema no está en si esta se trata de una nueva generación o una continuidad (¿el ocaso?) de alguna anterior. La cuestión central es reflexionar qué hemos hecho por el cine hasta acá y qué necesitamos hacer de ahora en más. El contexto en el que estudiamos, hacemos y miramos cine ha cambiado lo suficiente como para zanjar un corte con la generación surgida entre la década del noventa y los primeros dos mil.  Es más, me aventuro a pensar, ¿no es cada treinta años que el cine ha atravesado una turbulencia más un empantanamiento, y se tuvo que volver a pensar? Creo que acá estamos parados, en medio del temblor, y lo que debemos empezar a hacer es buscar nuestras preguntas, nuestras luchas.

Hoy la discusión que plantean, nuestra discusión, sufre un grave revés. No solo por las circunstancias resumidas en el texto que antecede a la encuesta -que habrá que ampliar, particularizar y entender con mayor precisión, aunque por apostar a una respuesta no tan extensa voy a dar por conocidas. Sí, tenemos una educación cinematográfica pobre, mercantilizada, donde no solo lxs alumnxs somos víctimas, sino que también lxs docentes. Tenemos también un Instituto obsoleto y burocratizado, más interesado por el negocio de las grandes plataformas de streaming que por la experimentación y la aparición de películas pequeñas, frágiles, quizás las nuestras; que deja que las salas desaparezcan; al que parece no importarle nuestra historia y deposita en manos de esfuerzos privados la responsabilidad de conservar el cine argentino.

Estas son las condiciones que se vienen gestando mientras guardamos silencio. Esta quietud ya no es una posición admisible frente a un peligro inminente y conocido. Hoy este dialogo que tenemos que entablar se enfrenta a un discurso en vías -hipotéticas por el momento, aunque muy factibles- de tomar el poder político. Un discurso que se estuvo armando durante estos últimos años está hoy frente a nosotros y nos dice que el cine no es más que un “gasto”, que las políticas culturales del Estado no son más que un “verso”. Lamentablemente, nuestra misión parece también pasar por volver a recordarle a ciertas personas algunas obviedades. Es triste, pero hoy debemos volver a tener la discusión “INCAA sí/INCAA no” con los Ramiro Marras cuya gritada ignorancia encanta los oídos.

Sin embargo, no podemos detenernos solo en esto, también es el momento para volver a pensar la formación, la producción, la exhibición y la preservación del cine. No alcanza con redactar consignas vistosas y colgarlas en las paredes de nuestras universidades, no es suficiente el escrache de estas personalidades del odio. Para lograr que algo cambie hay que empezar por reconocernos, vernos las caras. Juntarnos a discutir para comenzar a organizarnos. No podemos contentarnos con la reacción, llegó el momento de pensar y planificar lo que será el cine.

Hay que recuperar y fortalecer la actividad de los centros de estudiantes para reclamar por nuestras currículas. Por una historia del cine argentino profunda, por un mayor diálogo con otras disciplinas artísticas, por espacios que nos permitan filmar integrando materias que se dan de forma fragmentaria y rellenan años de carrera con los mismos contenidos -y en el caso de las escuelas privadas, de siempre a cambio de extender nuestros compromisos con una cuota que no tiene problema en ajustarse al desbarajuste económico.

Hay que comenzar a pensar qué forma tendrán las nuevas políticas de fomento estatales y exigir también que no desaparezcan las salas, que se apliquen cuotas de pantalla efectivas para el cine argentino y que se exhiban de manera federal. Aun así, no podemos esperar a las salas, a los certificados de estreno, a la programación de tal o cual festival, las películas existen también fuera de estos ámbitos. Quizás nuestras películas tengan que financiarse de otras maneras, cooperativas, fondos privados, lo que haga falta. Quizás tengan que estrenarse en centros culturales, en museos, tal vez tengamos que fundar nuestros circuitos. La lucha por un Instituto que nos apoye hay que darla, pero las películas no se pueden dejar de hacer, de mostrar y ninguno de los dos puede ser un fenómeno exclusivo de Buenos Aires.

Se preguntan cuánto cuesta una película y de dónde sacar la plata, es imposible dar una única respuesta. ¿Una película no debería costar lo que necesita para realizarse? Sí, supongo ¿Y cómo se reparte ese dinero? ¿Cómo logramos que una película no se convierta en una empresa gigantesca y pueda, al mismo tiempo, pagar a quienes trabajan en ella? El cine, como cualquier otra disciplina artística, no deja de ser un trabajo y con ello vienen ciertas responsabilidades. ¿Qué condiciones hacen falta para el trabajo del artista? Además, me gustaría agregar un matiz nuevo: ¿cuánto debería costar ver una película?

También habrá que encargarnos de ver y exhibir, por los medios que tengamos a disposición, las películas de nuestra historia. Mientras el INCAA no ponga en acción un proyecto concreto para la Cinemateca Nacional, está en manos de lxs cineastas la difusión y conservación del cine argentino. Y no solo dentro del ámbito estudiantil/cinéfilo. Hay que ir a los espacios donde estas inquietudes todavía no se han planteado, donde quizás no conozcan esta parte de nuestra historia y que puede desaparecer si no se aplican medidas que la protejan. Me pregunto, por ejemplo, qué pensará un alumno de secundario sobre nuestro cine, o sobre el cine más allá de su nacionalidad. ¿Qué lugar ocupa el cine frente a la proliferación del contenido para redes y plataformas? ¿Cuál es nuestra responsabilidad frente a esto?  Como generación, tenemos que volver sobre la tradición, pero ¿no tenemos también el deber de dejar un camino posible para el futuro?

Son muchos temas a tratar y que con una sola reunión no alcanza siquiera para ponerlos sobre la mesa. Este debería ser el comienzo de algo. Deberíamos dejar de preguntarnos si somos lo nuevo y afirmarlo. Que la reunión del 16 sirva para comenzar a superar las abstracciones y aclamaciones que hacen presencia en este extensísimo mail. Quizás seamos solo un grupo de estudiantes de algunas universidades de Capital y alrededores, de todas formas, no veo un comienzo más promisorio.

Ustedes comenzaron su encuesta preguntándose lo que es el cine. No creo que pueda contestarlo, no sé si alguien puede. Por eso tenemos que volver a preguntárnoslo. ¿Una película no es una reformulación de esta pregunta? Y cuando las condiciones que nos permiten hacer películas peligran, ¿no es momento de plantarse?



Vera Rubinstein:

Queridos sigilistas, Querido Sigilio:

 Antes que nada quiero volver a agradecerles por su servicio de cartelera de cine off market. Gracias a ustedes pude conocer salas que no sabía que existían como la del Amigos de Bellas Artes y otras a las que todavía no me animé. 

 Dicho eso, me animo a contestar su carta abierta a la comunidad cinematográfica, de la cual no sé si formo parte. Me disculpo de antemano por la extensión, pero me dieron la excusa perfecta para contarle a alguien todo lo que pienso. Bueno, «todo» no, no se asusten.

 Como ustedes, estudié en la FUC, y recién ahora empiezo a dedicarme a algo relacionado al cine, pero más allá de como observadora no me siento parte ni de la industria ni de la realización en ningún sentido. 

 Cuando leí su carta me sorprendió una contradicción: dicen que en las escuelas de cine la discusión cinematográfica se reemplazó por la lógica de los mercados y sin embargo, todos ustedes se conocieron en una escuela de cine y discuten, hacen, piensan cine. 

 Además de no ser cineasta, me dedico a ser docente. No considero que el rol de las escuelas sea otro que el de generar espacios donde la educación sea posible. La FUC -no puedo hablar por otras instituciones porque las desconozco- ha generado el espacio para que el cine de autor exista, para que la discusión exista y ustedes son prueba viva de ello. No hay manera de decirle a un grupo de gente «háganse amigos y filmen». Bah, uno lo puede decir mientras está subido a un banquito en una plaza, pero no puede ser esa la educación que se reciba en una universidad, menos cuando la cuota es tan costosa.

 El rol de la FUC es el de hacer gente que sepa hacer cine. La sensibilidad no es algo que pueda enseñarse, sólo podemos limitarnos a mostrarla y dejarla ahí para que el otro la descubra. Creo que la FUC -al menos conmigo- cumplió ese papel. Cuando entré, mi gusto cinematográfico era muchísimo más acotado de lo que es hoy en día.

 Lo que dicen de los festivales lo comparto hasta cierto punto, pero de eso se tratan los sellos. Si fuiste seleccionado en cierto festival quiere decir que tu película forma parte del estilo de ese festival. Esto no es poco, pero como público nos debemos preguntar si es suficiente (yo la respondo por mí: no, ni en pedo). Un sello es una garantía. El BARS te garantiza películas de cierto género, el BAFICI tiene un estilo más amplio, un trigo tachado indica que la comida no tiene T.A.C.C. Los sellos son parte de la gramática de la estructura del cine. Y es necesario en términos de distribución ordenar esa gramática.

 Hace muchos años pienso que el único problema del cine argentino es el marketing, en el más sentido término de la palabra. «¿Por qué nadie ve cine argentino?», «¿por qué la gente dice que no le gusta el cine argentino?» «¿por qué solo tienen espectadores las películas de Darín?» son todas preguntas con la misma respuesta: falta marketing.

Fíjense qué tan poco orientada a la industria está la FUC que la única materia que piensa estos temas es una materia optativa y olvidada llamada «Cine Publicitario» (una de las mejores que cursé, por cierto, y no lo digo levemente ni en broma).
El primer problema de marketing sale desde los creadores. Veo películas que no se entiende qué querían contar. No sólo en términos narrativos, sino estéticos. Un «pantano», por tomar su palabra, quizás con otro significado: un menjunje de cosas que están vivas pero al sumarlas dan idea de muerte y putrefacción. Estas películas, muchas veces financiadas por el INCAA, que no pensó ni dos segundos antes de darle dinero a una producción tan … inútil. Porque esa es la palabra correcta, y disculpen la dureza, es inútil hacer cine para nadie. Tan inútil como cocinar para que nadie coma, o dar una clase que nadie escucha. 

 Los creadores deben sincerarse consigo mismos y con el material que han creado y pensar «¿qué quiero decir con todo esto?» porque sólo habiendo contestado a esa pregunta es que pueden hacerse la pregunta más importante «¿quién querría ver esta película?». El cine olvidó su público, entonces el público olvidó al cine. «A la gente no le gusta el cine argentino» falso. Todos sabemos que eso es falso. 

A la gente no le gusta decepcionarse. No le gusta que le vendan liebre por gato. Lo mejor que un artista puede hacer por su obra es ser honesto. ¿Hiciste una película lenta? Está muy bien, mucha gente puede disfrutarla, pero tenés que llegar a esas personas. ¿Hiciste una película con un montón de chistes de pedos? Genial, a mucha gente le gustan los chistes de pedos, pero no podés hacer un trailer donde no quede evidenciado que es una película de chistes de pedos. Si a esa película la largás al mundo como algo que no es, sus espectadores no van a encontrarla. Y entonces la película nunca encontrará su propósito.

Obviamente después está el problema de marketing más clásicamente dicho: el INCAA no financia ni ayuda ni considera al marketing un gasto. ¿Cómo le aviso al mundo que hice una película si no tengo plata? No me voy a extender en esto, porque no creo que sea el tipo de discusión a la que estemos apuntando. 

Por último, para no cansarle a la pobre alma que haya llegado hasta acá: el cine debe mostrarse. Donde sea. Christopher Nolan hace películas en IMAX y quiere que la gente las vea en el mejor formato posible, pero no tiene problemas con que las miren en un celular en cinco partes en viajes en bondi. (Traté de buscar la entrevista donde lo dice y no la encontré, zafaron).

 La verdad no sé qué voy a estar haciendo el 16 de septiembre, pero si planifican algo y no tengo una cita previa con el cine, me interesaría conversar.



Dardo:

Un (1) invento con un (1) futuro incierto.

Buenas noches sigilista RR. HH. que reciba este mail, espero que se encuentre bien.

Para responder la encuesta que no es encuesta me gustaría atinar a la primera y mayor pregunta, “¿Qué es el Cine?”. Y para esto me permito el lujo de reversionar a la ya infame (y probablemente apócrifa) frase de Nuestro Creador: “El Cine es un invento sin futuro” El Cine es un descubrimiento con un futuro incierto.

Digo descubrimiento porque creo yo que las artes (LAS GRANDES ARTES) son de alguna forma inevitables y parte de nuestra historia grande humana. Sin búsqueda de sacarle merito a ningún inventor, y minimizando todo, digamos que el mundo lo pedía, su aparición. 

Pero lo más importante y lo que aquí nos atañe es esa última parte. Sigamos con las suposiciones sin fundamento, y pensemos en Louis Lumière. ¿Se vio a sí mismo como un padre primerizo? ¿Qué peligros podían acechar al recién “inventado” Cine? Hoy día sabemos que efectivamente siguió con un futuro mínimo de 100 años más. Pero, pienso que lo “Incierto” surge de no saber: ¿Qué lugar ocupan estos 100 120 años en la línea de vida de este “arte”? ¿Fue “a good run” y ya no está ocupando un lugar de privilegio? ¿Hasta llegar cada vez más a una igualación de los medios audiovisuales, en la que no importe mucho si se está viendo una película, una serie, una videollamada grabada o la pared proyectada con pixeles? O acaso, por el contrario, este fue un primer acto, un primer acercamiento al lenguaje que podría evolucionar a niveles incomprensibles para nuestras mentes del 2023?

Fuera de la hipótesis de fantasía, creo que si estamos discutiendo todo esto, es porque creemos en el lenguaje del Cine, en que ahí hay algo, en que no es lo mismo cualquier imagen con sonido y movimiento y queremos (creo) que ese lenguaje llegue más lejos, que sea leído por más gente y cambie alguna parte de nuestra historia. Ahí entraríamos nosotrxs.

Me encantaría tener una respuesta, me sentiría muy bien. Pero solo me queda generar(me) estas preguntas sin mucho camino. Pienso en esa responsabilidad que tenemos de demostrar y evangelizar al mundo mostrándoles que todavía hay algo ahí, en las películas y en los cines. 

    Responsabilidad, historia y algo de picardía

Finalmente, en estos tiempos de actualidad política donde las amenazas distópicas parecen cada vez más reales pienso particularmente en algo que me llamó la atención en la novela de “Fahrenheit 451”. El asunto conocido es el de los bomberos, órgano estatal, que se encargan destruir todos los libros posibles que se encuentren. Asunto completamente terrible, no hay duda. Pero un elemento de esta situación que creo que no es tan tenido en cuenta (o sólo yo no lo tenía en cuenta y ya) es que los lectores ya habían abandonado el interés por la lectura antes de la prohibición. Quizás va por acá lo que deberíamos estar cuestionándonos.

Compañerx cineasta, encontrémonos. Llenémonos de fe y veamos la vida con ojos de máxima adoración. Y si podemos, plasmémoslo en alguna imagen móvil.



Dante Sultani:

1. El cine es primero un espacio. Uno que no debemos perder y estamos perdiendo.Segundo un arte, de técnica muchas veces olvidada, pero otras tantas recuperada.Es, también, lo que me da vida.

2. No creo que haya algo que no se enseñe, pero sí cuando se enseñan suelen ser bajo perspectivas vetustas, que no tienen nada que ver con hacer cine en un país específico como este, la Argentina del 2023. Financiamientos externos que no sean el INCAA, o estrategias para un cine más pobrista. No sólo en términos de producción, sino en todas las áreas. Creo que la mayoría se soluciona con más plata para la gente que ya pertenece al mundo del que ‘ya hace cine’ y quiere enseñarlo.

3. Siempre es mucha. Incluso cuando no se gasta plata hay tiempo involucrado. Por ej. Hacer cine para el que trabaja porque no puede vivir de eso, es ya caro en tiempo. Para no gastar, hay que usar más tiempo, y para usar más tiempo hay que no trabajar. El cine es un arte del tiempo, en más de un sentido.

4. Actualmente, no hay campañas militantes del cine como espacio aunque más de uno consideremos que es la manera de ver nuestras películas, y las que nos gustan, ni siquiera de quienes usufructúan con las salas. Entregados a la voracidad de la tele. Para mi lo importante es verlo y no solo, el problema es el individualismo. “Esta película está hecha para tu comodidad” parecen decir cuando en dos clicks accedemos desde nuestras teles. Prefiero un cine que incomode, que te haga mover de la silla, pero eso no se puede vender.

5. No veo novedad, pero sí algunas de calidad. Considero que ya somos cineastas distintos porque casi todos tenemos una cámara. Pero eso no se vió reflejado en nuevas técnicas para el arte que nos ocupa. No quiere decir esto que no podría

6. Muy oportuno. Es hora de pelearnos por el cine. El cine nos necesita y creo que muchos estamos de acuerdo.Añado que la crítica debe volver a ocupar un lugar en la discusión pública. Y que el like y el dislike no nos gobierne.



Tomás Cirilo:

1. «El cine es un lenguaje» es de las frases que más me quedaron en lo que va del año por como me llego. La estuve meditando bastante, para darle un sentido personal, construir sobre este dicho de Bazin, una opinión sobre qué es el cine. No es sorpresa que como seres emocionales somos esclavos de lo que sentimos, soñamos, fantaseamos y demás cuestiones que evocan al imaginario. Que es algo que con palabras no alcanza, ni con todos los demás tipos de artes, dando así aparición al cine. Una combinación de todo arte que tiene el fin de representar lo imposible por las limitaciones que hay entre el mundo real y lo que está en el imaginario. Un lenguaje único, más universal que cualquiera, basado en una cantidad de códigos que son entendibles para todos, rompiendo barreras culturales y sociales. Un lenguaje definitivo para comunicar eso que nos es difícil ,por diversos motivos, expresar o concretar, permitiendo un espacio para compartir una mirada sobre lo íntimo de cada uno, un vistazo a lo que hay en nuestras cabezas.

2. Me podría extender muchísimo sobre lo que no se enseña, algo que me parece muy preocupante es la poca atención a que se debería enseñar en vez de lo que no. Pero no voy a extenderme, no pretendo evitar los tintes activistas de esto y personalmente, lo que menos se enseña según yo, es ideología política. Tuve la suerte de tener un despertar por la militancia, pero todo lo que aprendí de política en cuanto a ideología, no me llegó hasta los 16 años. Edad en la que en nuestro país es obligatorio el voto. Siempre me sonó grave como yo recién a esa edad pase del Ver todo en las noticias o redes sobre política, y empecé a Saber instruyendome con autores que por la escuela pasaron casi desapercibidos.

3. En los primeros días de clase nos facilitó un docente el presupuesto de un corto de no mucho costo. Rondaba un departamento en Recoleta, y estamos hablando de marzo de 2023. El donde, personalmente fue trabajar y ni siquiera hubiera alcanzado para alquilar equipo si no fuese por las ventajas de la facultad. Un arte difícil de costear sin tener en cuenta la presencia de un equipo de gente.

4. Mientras haya un proyector y una película, donde sea.

5. Es tremendo como todavía no pareciera no tomar el reflector lo generacional que respecta a los adolescentes de los finales de los 90. No digo que no haya cosas con las que uno como joven pueda identificarse, pero al día de hoy no existe en el foco películas que armonicen con esta generación y los 2000s. Esto quizás se ve más en lo independiente, lo que se encuentra en internet y con suerte algún film que sale del nicho.

6. Me parece óptimo.



Anónimo 1:

1. No sé mucho acerca de la cultura cinematográfica, pero sí algunas cosas acerca de la imágen* cinematográfica. Creo que tiene que ver con aquella colección de imágenes y sonidos que pueden evocar una sensación en el espectador.

2. En las escuelas de cine se enseña (muchas veces de manera precaria) a trabajar desde el guión. Quizás porque es mas fácil entender el cine desde un enfoque narrativo. Pero la imagen cinematográfica es mucho mas que su relación con un guión. Un guión es como un machete, en realidad. Se puede pensar el cine a partir de materiales que no sean guiones literarios. Podemos pensar la imagen desde la emoción. O mejor aún (porque la emoción puede ser efectista) desde la empatía. O quizás también, por qué no, desde la tensión.

Es que pensar la imagen cinematográfica desde el guión, de una manera u otra, nos llevará a ciertos límites y ciertos resultados (tendencias). Es como pensar en un idioma en particular. Si paso del español al japonés, no cambia el resultado solamente, sino la cosmovisión. La forma de ver el mundo.

3. Me parece que hacer cine no es una cuestión de plata. Es mas una cuestión de humanidad. Hacer cine en realidad es estar juntxs, con una cámara y un micrófono de por medio. Pero antes que nada es estar con el otrx. Tranquilamente podríamos hacer cine sin equipos, filmar en nuestras cabezas. Quizás lo que tendríamos que aprender primero es a compartir el momento con otras personas. 

Hoy en día la tecnología para hacer cine esta al alcance de mucha gente. Desde un celular hasta la cámara que me presta un amigo que no se la devuelvo mas. El impulso, la necesidad de filmar, tendría que romper con las barreras y las limitaciones que uno puede encontrar. Por ejemplo, ¿Me falta una locación? Robo el plano. Y quizás durante el robo descubro algo, un accidente que excede el material y llego a tierras desconocidas.

4. Las películas hay que mostrarlas donde haya gente. En mi caso conozco muchos teatros y descubrí que es un espacio donde me siento cómodo. Ahí se trabaja el cuerpo de una manera distinta a como se lo trabaja en otros lugares. Me gustaría pensar que las películas se proyecten en espacios que se puedan habitar.

5. Depende de lo que consideremos cineastas. Seguramente estemos en el momento del planeta en que mayor producción audiovisual hay, tanto de manera casera cómo industrial. Mantengamos la percepción abierta para entender cómo la gente que habita el mundo lo filma, ¿no? Acá se me ocurre una historia que conozco, pero no quiero hacer inifnito este correo.

6. La salida** es colectiva, así que juntarse siempre es importante. Un poco para pensar de manera grupal, otro poco para tomar vino. Y por sobre todo para recordar que estamos vivos.

*a partir de ahora diré imagen haciendo referencia a la imagen y al sonido. Esto es una torpeza: deberíamos encontrar una mejor denominación, una mas integral respecto de lo sonoro.

** (no hay que salir hacia ningún lado, hay que estar. es una forma de decir)–



Anónimo 2:

1. El cine no es una sola cosa. La respuesta más simple puede ser la burlona “un lugar donde se miran películas” o decir que es el séptimo arte. Es algo más profundo. No existe respuesta. El cine puede ser una herramienta, un medio para contar algo, para transmitir cosas, para poder decir lo que no se puede decir de otra cosa que no sea con 24 fotogramas por segundo con sonido. Es un arma transformadora, una máquina de contar historias. Es lo que moviliza el mundo desde hace años, lo que marca agenda (cada vez menos). Es algo inexplicable, un espacio donde uno se encuentra y donde puede encontrar cosas que nunca pensó encontrarse. El cine es todo, arte, sala, películas, transformación, cultura, social, todo. La vida sin el cine no tiene sentido. Los millones de años de existencia de la humanidad son una excusa para la creación del cinematógrafo. El cine es mi vida.

2. Curso primer año de la IDAC en Avellaneda, y estoy haciendo el nuevo curso de ingreso a la ENERC. Teniendo esto de base, el comunicado plantea bien las problemáticas que ocupan hace rato las universidades de cine. Enseñan a hacer técnicos, mejores planificadores, mejores en la industria. Es necesario, hay que comer, es entendible el punto de partida. Pero no es suficiente. Falta la búsqueda de algo más artístico. Falta más sentido de lo colectivo, de lo grupal. Falta enseñar viveza, ser más arriesgados, dejar que nos equivoquemos. Falta que nos movilicen a salir y grabar, a mezclarnos con otras facultades.
Cada Universidad es un nicho, una secta, que mucho tiempo después en la industria encuentra su mezcla, FUC, ENERC, IDAC, FADU, UNA, UADE, UP, ISEC, DA VINCI, DI TELLA, SUBIELA, UNDAV, CIC, UNTREF, UNLAM entre muchas otras universidades. Veo una necesidad de mezcla, de juntarse, de armar algo como país, como jóvenes unidos por un común, no por un sellito de la universidad que estas. La FUC y ENERC me parecen las que más se cierran en sí mismas ( porque son las que más se la bancan). Para mi es necesario abrir el panorama audiovisual, mostrar que existen otras alternativas, otras facultades, el conurbano, etc. Juntarse, armar algo por fuera de nuestras enseñanzas, una rebeldía.
El ver y el saber tienen mucho que ver. Todos los cineastas grandes de la historia tenían en su haber una cultura mayor, ya sea de cine o de cualquier otro arte. Es necesario el fomento al consumo cultural más de calidad, a el cine argentino clásico tal olvidado por una cinemateca prometida que jamás parece llegar, por un cine arte que se discuta como se discutió siempre, pero desde la reflexión y el pensamiento del porque lo que está en la pantalla está.

3. Depende. Se pueden hacer películas de 0$ o de millones. Pero se necesita. Yo creo que una película no tiene un presupuesto fijo, va variando, pero hay que tomar noción de la importancia del dinero, teniendo en cuenta la situación delicada del país. Para hacer cine se necesita guita, pero hay que ingeniarnosla y hacer cada vez con menos, buscarle la vuelta.

Si supiese donde se consigue, lo estaría haciendo. Supongo que el INCAA cada vez da menos certezas, y las productoras privadas están menos confiables. Pareciera que la plata se consigue de una mezcla de concursos, préstamos, coproducciones con 43 países, y de vender cosas por mercado libre. Está jodida la cosa. Hay que rebuscarnosla. Más adelante cuando avancé en mi carrera podría responder mejor esta respuesta, hoy con 18 años no me siento capaz.

4. En todos lados. Desde las universidades de cine y el nicho más nicho, hasta en las villas, hasta en las cárceles. El cine es popular. Tiene que verlo todo el mundo. Es el arte de masas. Hay que mostrarlo en el interior, en donde los políticos no se animan a ir. En el conurbano profundo, en CABA, en Chaco, en todos lados. Desde la clase más baja hasta la más alta. En un IMAX o en un galpón.

5. No. Pero la habrá pronto. Si luchamos, nos juntamos, nos organizamos, nos entendemos, dejamos de hacer pelea y bardo por todo, la habrá, y más fuerte que nunca.

6. Mucho.



Anónimo 3:

1. El cine es una expresión audiovisual que parte de la sensibilidad de un individuo o de un grupo, sin intereses de difusión o publicitarios.  

2. Escuchar al otro, la contemplación de un afuera que nos es ajeno. El error para mí es el énfasis en la figura «de autor» que se hace todo el tiempo en la facultad, que termina encorsetando las ideas genuinas de cada uno. 
No todo conocimiento tiene que ver con lo que vemos. A veces hay que detenerse en aquello que creemos estar viendo, y de a poco comenzar a saberlo. No creo que haya un ver y saber que funcionen en simultáneo, si no que son parte de un largo proceso en el cual están vinculados.

3. Creo que 60 mil dólares o algo por el estilo. Entiendo que la única manera de financiarlo es con fondos de financiación extranjeros, dado la precariedad de nuestra moneda. 

4. En todos lados.

5. No. 

6. Estaría buenísimo para seguir charlando. 



Anónimo 4:

1. Por lo que creo venir entendiendo, no sé si puedo definirlo pero sí mencionar características fundamentales. Imagenes en movimiento, o que generan la ilusión de movimiento, montadas entre sí. Son imágenes intencionales, encuadradas y  con fines reflexivos, experimentales o estéticos (aunque no puramente). Imágenes en movimiento, tridimensionales en cuanto a lo que se ve y lo que narran, porque éstas imágenes narran. No hay un fin lucrativo sino uno expresivo, artístico e incluso político.

2. En mi experiencia, no se habla de una idea de pensar la imagen. Parece una estupidez pero en la Universidad del Cine, son pocas las clases donde nos detenemos a pensar en cómo generar imágenes que tengan una carga narrativa mayor a solo lo que muestra la imagen, no hay una construcción, (exceptuando casos puntuales como las cátedras de Guión II, Dirección II con Hernan Hevia y Dirección III con Marina Califano, que son las únicas clases donde realmente aprendí de cine, creo). Observo que en la mayoría de las materias más técnicas, casi no hay acercamiento al cine. En Dirección de Arte te enseñan a armar plantas escenográficas pero no teoría del color o algo que esté relacionado a la estética de proyectos en los que realmente vayamos a trabajar. ¿Por qué no trabajar sobre nuestros propios proyectos? Salvo las materias mencionadas anteriormente, lo que pareciera es que no buscan la productividad de nuevos proyectos, sino que seamos útiles a un modelo de industria al cual no sé qué tanto pertenecemos, y qué tanto puede servir ser un excelente técnico si no hay criterio cinematográfico. En Sonido no se habla de cine, se habla del fenómeno físico del sonido. Lo mismo en Iluminación y Cámara I y II. No niego la necesidad de la especificación y los elementos técnicos, pero ¿de qué me sirve un Director de Fotografía que no vea películas? Sin desmerecer obviamente, pero me he encontrado (casi en su totalidad) con técnicos los cuales solo trabajan para el reel, que no les importa en lo que trabajan y en parte es por esta dinámica que se plantea de excesivo trabajo sin trasfondo alguno, sin nada que aportar más que lo técnico. 

3. Creo que depende de cada uno, el tipo de película que quiera hacer. No digo que haya que vivir haciendo películas ad honorem pero con tener una cámara y gente que se cope, haces una película sin mucha plata. Ahora bien, para hacer una película donde a todos los técnicos les paguen por SICA, el elenco por Actores, música por SADAIC, etc, etc, no sé cuál será el precio hoy en día pero debe rondar en los $100M (pesos), puede que más. ¿Y en donde se consiguen? No lo sé, puedo tener mil clases de producción ejecutiva pero hasta que no me toque hacerlo creo que no voy a entender, pero idealmente el INCAA provee esos presupuestos (en una utopía donde todo funciona bien y no es un caos constante hacer los trámites). Sino, por plataformas a las cuales quizás tengas que adaptar tu proyecto, y terminas contribuyendo a estándares comerciales vacíos. 

4. En todos lados. Perdón, sé que es una respuesta muy vaga pero es literal. Hay que destruir ésta idea instalada de que el cine argentino es una mierda. Trabajar y pelear por una Cinemateca Nacional, que preserve nuestro cine, sin eso ¿como podemos esperar que la gente valore lo que hacemos ahora? El pueblo casi no tiene memoria de nuestro cine. No sólo hay que mostrar películas nuevas sino todo. Si hay que pensar en que esto le tiene que llegar a la gente, las películas tienen que ir a los cines populares. Lo único que en lo personal me parece aceptable adaptar a los medios comerciales hegemónicos, es la distribución. Hay que insistirle a la gente que vean cine argentino y no Polka. 

5. Me gusta pensar que sí. No voy a negar que quizás es una profunda soberbia con respecto al trabajo de pares/amigos que admiro. 

6. Estoy a favor de cualquier encuentro que sea para discutir y generar nuevas dinámicas. Yo no asistiría porque tengo rodaje, pero sí buscaría asistir a los encuentros que le sigan.



Anónimo 5:

1. Ya decía Aumont en Lo que queda del cine que: 

«Un film que no lo sería; un cine que estaría en todos lados, incluso allí donde no hay film o no hay cine: lo que es claro, por lo menos, es que tanto en un caso como en otro la discusión recae menos en las cualidades esperadas de un film o del cine como en los territorios respectivos que abarcan esas dos nociones, y sus fronteras. En todo esto, en efecto, uno deja de preguntarse, como antaño, «¿qué es el cine?», sino solamente, de manera más terrenal, «¿dónde está el cine?»».

La vuelta hacia esa pregunta baziniana que planteanno puedo dejar de entenderla en un sentido que involucra, al mismo tiempo, su actualidad y su historia. Actualidad porque el cine sigue siendo parte de nuestro mundo social, cultural y político; e historia porque se remite a una tradición de la crítica cinematográfica que se pregunta la relación imagen-mundo. La pregunta no es un fin, sino una búsqueda. Y como tal, debe funcionar en ese sentido para pensar qué cine es el que queremos-debemos-deseamos-podemos en nuestro momento histórico.

2. El ver y saber tiene una relación intrínseca, sobre todo en relación al estudio/creación de las imágenes. Pero pongámoslo en otras palabras: la práctica y teoría (cinematográficas en este caso) no pueden disociarse (como en ningún otra área del conocimiento…). Sin embargo, parecieran dos esferas sumamente separadas que funcionan autónomamente (¿o así desean que funcione cada esfera?). El crecimiento y la expansión de carreras terciarias de cine (o artes audiovisuales, en un sentido más amplio) abre un desafío ante las múltiples formas que tomó la imagen en movimiento: ¿Se trata de una formación meramente técnica (Qué diría Comolli…) o se trata de una formación integral sobre un (sub)área del conocimiento?. Podríamos ser más tajantes: ¿Se forman youtubers o se forman cineastas?. Y podríamos ir más allá: ¿Qué cineastas se forman?. La única forma de posicionarse en el campo cinematográfico es de forma integral: técnica y teóricamente, es decir, haciendo y pensando cine. Nuestras casas de estudio deben superar la muralla de la mera tecnicidad para plantear el cine como un campo de conocimiento artístico, social, cultural y político, que en definitiva es lo que es.

3. Podría ser una pregunta capciosa, ya que solo los tanques de Hollywood hablan de inversión y ganancias (uno de los pocos lugares en el mundo que puede invertir en un filme y sacar ganancias, así sea por la hegemonía económica global que poseen en este campo). Pero podría llevarla a otro lado: ¿puedo hacer una película sin plata? Un SI es posibilidad de hacer cine inmediato, un NO es una agonía por pitching, mercados, búsquedas, convocatorias, laboratorios que manosean y tergiversan las ideas originales a merced de una estética más homogénea (aunque esa sea una estética de «autor»). Posibilitar la idea de un cine que sea búsqueda o apropiación de imágenes y sonidos (¡Abundan las imágenes y sonidos en el mundo de hoy!) es lo necesario en un universo que pareciera depender de una sesión de pitch o de un Work in Progress para finalizar una obra.

4. Donde se levante una pantalla para que asistan amigxs, familia, compañerxs, vecinxs, ciudadanxs, habitantes, personas. De otra forma, la pregunta sería: ¿Cuál es el objetivo con el cine que hacemos?, ¿fama, dinero, reconocimiento, circulación, visibilidad, premios, convencimiento, transmisión, ideologización? Si hay algo que una obra necesita son espectadorxs, ¿qué espectadorxs está buscando nuestra obra?

5. Ciertamente, como en todas las épocas anteriores. ¿Pero dónde está esa generación de cineastas?, ¿qué está haciendo/pensando?, ¿en quienes se referencia?, ¿qué buscan?, ¿qué sienten sobre el mundo?, ¿qué piensan sobre el mundo?, ¿qué va a dejar a quienes vienen? Una más, por fuera de las anteriores: ¿Una generación se da por ejercicio de una práctica o por quienes reinventan (en un sentido amplio) una práctica?

6. Quedo a la expectativa de esto. El cine tiene un deber ante la historia.




Anónimo 6:

1. Diría que el cine es, ni más ni menos, que un vector por el cuál se potencian
mensajes en forma de fotogramas que se reproducen a velocidades altas. Quizás
tenga una postura muy extremista o muy abarcativa de que es aquello que puede
ser considerado cine, pero me parece que como sociedad, como especie, decidimos
ponerle distinto nombre a los elementos para tener un lenguaje más sofisticado y
específico, para que no nos confundamos entre un televisor y un proyector, pero que
en definitiva, un rayo catódico que escanea una pantalla y genera fotogramas es en
definitiva un continuo de imágenes que se reproducen a velocidades altas. En este
sentido yo veo al cine como la fotografía o las artes plásticas, pero en donde la
imagen es efímera en el tiempo, o como una obra de teatro en donde el vértigo de la
realidad no existe, donde la demanda y las ganas de captar y entender están
completamente en las manos del espectador y no en los tiempos del teatro. Pongo el
énfasis en el “mensaje” porque creo que ante todo, el cine es una máquina de
producir sentidos, reflexiones, “ideas” en la cabeza del espectador. Puede que todo
el arte entre en está definición tan abarcativa de cine, pero en ese caso, veo el cine
como aquél donde hay un mayor control por parte del autor por sobre los
espectadores, ya sea a través del montaje, del tamaño de plano, del sonido, etc.
Creo que al igual que las artes plásticas, el cine está sumido en el Arte decorativo,
de la misma manera que alguien compra un cuadro para colgar en su departamento
porque le parece lindo, es que la gente decide activamente ver el mismo “mensaje”
repetidas veces en una plataforma o en un cine.

2. En mi experiencia, las universidades, ya sea de cine, arquitectura, o medicina, lo que
enseñan siempre va de la mano del mercado laboral. La universidad como lugar en
donde se crean investigadores de ciencia que descubrirán nuevas saberes y harán
“avanzar a la humanidad” es un concepto antiguo que fue relegado hacia los
estudios post-universitarios, justamente cuando la universidad empezó a abrir su
currícula para “abrazar” las nuevas carreras universitarias, ya sean “Administración
de empresas” o “Licenciatura en cinematografía”. En ese sentido, las universidades
se transformaron completamente en instituciones que generen profesionales para un
mercado laboral insaciable. Comprendo completamente la paradoja que aquello
supone hacia los estudiantes de cine esperanzados de ser directores
independientes, en donde me incluyo. En ese sentido veo la Universidad del Cine,
cómo un cierto punto medio, donde se nos provee ciertos elementos para algún tipo
de creación creativa artística, siendo en su mayoría, más bien elementos para
pertenecer a una industria que lamentablemente se encuentra en crisis hace rato.

3.Diría que mientras tengas algún elemento que capte imágenes en continuidad, que
tengas algún elemento en donde se impriman, y algún elemento en donde puedas
montarlo, que podés hacer una película. Desde ya no soy ingenuo, me parece
bastante claro el filtro de realidad que existe hoy en día y el nivel de “calidad” que se
puede soportar. En ese sentido creo firmemente en que para hacer una película
“profesional” se necesita gastar plata en sonido, plata en el sentido de tiempo de
trabajo humano. Soy un fiel creyente que el filtro de lo “profesional” se encuentra en
que tan claro se escucha el “mensaje”, la imagen puede verse “fea”, pixelada,
oscura, pero el sonido debe escucharse claro, la intención del sonido debe
escucharse clara. En este sentido diría que la mínima cantidad de plata para hacer
una película profesional, sería aquella que cuesta conseguir un buen micrófono, y un
espacio/máquina en donde posproducirlo. Desde ya, este es el mínimo que sale
hacer una película, entre medio hay muchísimos modos de producción que pueden
llegar a valores absurdamente altos.

4. En lugares donde se convoque gente que pueda sentarse y ver las imágenes.

5. Si la hay, no la estoy encontrando, pero me gustaría formar parte.

6. Veamos que sucede.

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