Queridos Auguste y Louis,
Les escribe Zohra o, como gustaron decirme en nuestro verano de ensueño aquí en Argel, su dulce, dulce Daphne.
La vida no es más que una miseria cotidiana desde su partida, mis amores. Mis padre han arreglado mi matrimonio con un médico de la ciudad y aunque mi corazón esté con ustedes, par de tramposos, la fuerza de mi voz es incapaz de doblegar esta decisión inquebrantable. Desde que no están aquí mi ánimo ha sufrido la peor de las transformaciones. Mi hermana me dice que soy un monstruo, porque si bien mi cuerpo avanza, lava la ropa a las orillas del río, prepara la comida junto a mi madre y se hace cargo de los más pequeños, mi mente está en otro lado.
¿Y cómo explicarles, amados míos, que mis pensamientos están presos eternamente en aquella tarde en la orilla del Oued Rhumel, en la que hicieron de mi cuerpo virginal la flor de su disfrute? Una tarde en la camipña, como dijo Louis con esa sonrisa de chancho, que ha cambiado mi vida y se ha llevado mi corazón.
Para peor, queridos, debo decirles que llevo en mi vientre a uno de sus hijos. Difícil es decir cuál de los dos es el padre pues, es inútil recordarles, me han llenado tantas veces que probablemente nazcan cinco críos en vez de uno… Me perdonarán esta pequeña humorada, en tiempos tan cruentos.
¿Qué pensará mi esposo o mi padre, cuando vea al niño mestizo saliendo de mi vientre? No puedo ni imaginarlo… Pero mi destino aquí ya está marcado y solo depende de ustedes: son las piedras o el exilio. Por favor, si lo que he visto en sus ojos en verdad es amor, vengan a buscarme. Todas las tardes los estaré esperando a la orilla del Rhumel, allí dónde ustedes ya bien saben.
Auguste, Louis, mi corazón ya era suyo. Ahora mi vida está en sus manos. Estoy desesperada. Vengan a por mi.
Los estará esperando,
Con la esperanza llenandoles los ojos,
Su dulce, dulce Daphne.
Esta carta fue copiada del manuscrito original encontrado en el altar al cine presente en el evento Un invento sin futuro / Sigilio Proyecta el 28.12.23.