Cuenta Avedon que antes de retratar a una figurita dificil, ésta se le acercó y le dijo “sé amable conmigo”. Avedon dispara a sabiendas de que la naturaleza que le habla a una cámara fotográfica es distinta de la que le habla a los ojos. Quizás su modelo también lo sabía y por eso, por entender la manipulación, dijo aquella frase.
Avedon también sabía que fotografiar es no ver.
Toda la fotografía es tercerizada, delegada: uno nunca ve lo que ve el sensor (o la película) en el momento del disparo. El ojo no podrá ocupar jamás el lugar del material sensible. Verá algo aproximado. Un momento antes, un momento después. Se trata de la fidelidad a una sensación, y Avedon la mantuvo a lo largo de toda su vida.