West Side Story (2021), de Spielberg, debería atraerle al público, o por lo menos a las personas que la vieron les debería gustar. Ahora, por qué no tiene éxito comercial tiene que ver con una multicausalidad, por supuesto, una es la coyuntura de época, que por otro lado lo marca la misma película, por su indiferencia al presente. Que se entienda: ésta es un remake de una película de 1961, sumamente exitosa, no pasajera. Tiene un fuerte amalgama en la cultura popular mundial, principalmente la norteamericana y cinéfila. Pero es que es un musical con música de Leonard Bernstein, dirigido por Robert Wise y Jerome Robbins, que a su vez es una de las adaptaciones más aclamadas del maldito Romeo y Julieta, LA historia de amor por excelencia. Los directores, que para mí no son los más conocidos del mundo, pero tengo entendido que Wise es un director bien consagrado del Hollywood clásico, y que Robbins es un bailarín y coreógrafo exitoso del Broadway de la época. Esa obra es la que está rehaciendo Spielberg, y Spielberg también es Spielberg, y aunque no soy su fan, no es ningún boludo, es un grande, es un cineasta muy hábil. No es raro que se haga un remake de esa película, pero sí es raro que alguien de la talla de Spielberg lo haga. Eso, y que me haya gustado mucho la original, me llevo rápidamente al cine.
Entonces, West Side Story tiene aciertos importantes con respecto a la original. Primeramente, que el reparto de los Sharks y los puertorriqueños en general sea latino, es un acierto. Cuando uno ve la de 1961 y ve que Bernardo tiene la cara pintada de marrón, llama la atención. Por otro lado, está lo que hizo el guionista Tony Kushner, que decidió que hablaran muchas más veces que en la original en español. Spielberg dijo para la agencia EFE: «El español es el segundo idioma de EE.UU. así que pensé hubiera sido irrespetuoso no usarlo, tiene que convivir con el inglés.» Además, dice “Hollywood tenía una tarea pendiente con West Side Story; ésta es la primera producción que cuenta con un reparto completamente latino para dar vida a los ‘Sharks’; y era algo que había que corregir. Nosotros, sencillamente, hemos vuelto a rodar la película para una nueva generación”. Ósea que, en lo dicho públicamente, la voluntad de la película un poco tiene que ver con hacer un remake, porque ¿por qué no?, pero también con una idea de re adaptación a la contemporaneidad, es decir que desde una mirada medianamente anacrónica la película tenía fallos en la representación del pueblo latino (digo medianamente porque es claro que por ejemplo hacer blackface ya no estaba muy bien visto en el momento, pero también la idea de representación de los puertorriqueños -y que los debía interpretar un puertorriqueño- no era ni de cerca una idea de moda). Aunque también dice «No es una corrección que se deba a esta nueva era ‘woke’ (término que se refiere a la cultura de la cancelación en EE.UU.) Estábamos en deuda con el pueblo de Puerto Rico». Es decir que sí se debía a eso.
No hace falta repasar la historia del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos para entender que las cosas en los 60 estaban muy mal en términos de racismo; y que entonces, para los ojos anacrónicos de hoy West Side Story de 1961 es muy política. La película se trata de una pelea de pandillas juveniles, ‘casualmente’ racializadas, que pelean por un territorio, el West Side, que realmente es marginal. Mientras tanto, la princesa de los puertorriqueños, María, y el príncipe de los blancos, Tony, se enamoran. Entonces como son unas bandas de inmigrantes latinos e hijos de inmigrantes europeos que no ascendieron socialmente y ven cómo los ‘nuevos’ empiezan a llenar el barrio en el que antes estaban los ‘suyos’, se crea una idea del otro, una guerra racial. Sin embargo, a mi entender, son racistas por casi una casualidad, porque justamente son bandas racializadas, en un contexto de desamparo estatal. El tema “Gee, Officer Krupke” lo deja claro. Que lo mejor de los dos grupos, Tony y María, se enamoren, que eso los enfrente, para que después las muertes de Cliff, Bernardo y Tony, los lleve a hacer el duelo juntos, pareciera eliminar la idea de otro que los separaba. Es una de las mejores adaptaciones de Romeo y Julieta porque al hacer que la rivalidad de las familias pase a ser un conflicto de gangs racializadas pega fuerte dentro de un visionado contextualizado en una época de racismo extremo. No quiero decir que ahora no hay racismo, quiero decir que la situación no es igual ahora que hace sesenta años. Es decir que si ya en la original, uno de sus mayores éxitos es cómo interpela al presente, más allá de que lo haya hecho en el suyo, el rehacerla sin hacer cambios argumentales profundos (dígase el año de ambientación, o mexicanos en vez de puertorriqueños, etc.) para adaptarla a su propio presente, más allá de recomponer las fallas que tuvo para pagar su deuda con el pueblo de Puerto Rico y agregar o cambiar alguna que otra frase o acción en el tema América, es bastardear la original. Debo decir, igualmente, que sobre eso puede haber dos visiones, la dicha, y que a su vez le pueda brindar un puente al público para ver la primera y eso está bueno.
Spielberg comentó: “Las divisiones entre personas con ideas diferentes son tan viejas como el mismo tiempo. Y la división como la de los ‘Sharks’ y los ‘Jets’ en 1957, que inspiraron el musical, eran profundas, pero no como en la que nos encontramos ahora (…) Resultó que, durante el desarrollo del guión, que tardó cinco años, las cosas se ampliaron, lo que creo, tristemente, hizo que la historia sea de divisiones raciales, no solo de divisiones territoriales. Lo que hace que sea más relevante para la audiencia de hoy, que, tal vez incluso la de 1957(…) Es una historia tan profunda que le habla a todas las generaciones (..) Es solo que el amor une cualquier división”.
La primera frase, a mí me resulta ya problemática, y la última frase, corrobora lo que diré. Por supuesto que pensar diferente es parte de la misma humanidad, ¿pero que eso cree una división? Es una idea cínica, una simplificación, que es imposible buscar el acuerdo o aceptar diferencias, o que el pensar distinto no conlleve intereses. Spielberg cree que lo único que une es el amor, no una buena educación, un estado presente e inclusivo, o simplemente una discusión centrada o sensata. Se olvida que la historia de la que habla es la de Romeo y Julieta, y que lo que enfrenta, a grandes rasgos, a los Capuleto y los Montesco es un odio irracional, ODIO, odio personal irremediable, y ahí el amor los une. Parece ignorar que se trataba de un conflicto racial la versión de los 60, que recién ahora las cosas están mal. Que ahora en E.E.U.U. hay una división política tajante es innegable, hace casi un año se asaltó el Capitolio no en los 60 pero que no hubo un avance en la conquista de derechos es negar la lucha que hubo durante los últimos 60 años. Este pensamiento se ve reflejado en ella; los ‘Jets’ se convierten, no en lo expresado anteriormente, en un grupo de desclasados, desamparados, marginados, etc. sino lisa y llanamente en unos hijos de yuta racistas y machistas. Para argumentar esto daré solo dos ejemplos, porque bastante ya me extendí en el arco humanista. Primeramente, y espero que no les parezca poco, en esta nueva versión, el tema “Gee, Officer Krupke” no es cantado por todos los ‘jets’, solo por algunos, en la original, lo canta Cliff principalmente, y con la mirada cómplice de todo el resto de la gang. No creo que pueda funcionar como la parte por el todo, ya que mientras tanto el resto del grupo no está haciendo trabajo comunitario para West Side, sino que está consiguiendo un arma para romper el pacto que habían hecho con los puertorriqueños. El segundo ejemplo seguro les será más convincente. Cuando Anita va a buscar a Tony por mandado de María, en la de Spielberg, están a nada de violarla, incluso echan a las mujeres blancas que ante esa situación se sororizan, cuando Valentina les llama la atención y se detienen. Diferente es en la de 1961, que, si bien la acosan, manosean, maltratan, no la violan, de hecho, en la versión de 2021 no hay coreografía de baile, como diciendo ‘esto es de verdad’ (la distancia justa). La película sufre en cada uno de estos cambios que la “actualizan”, salvo, tal vez, en los mencionados al principio. Pues la diferencia entre hacer que el actor de Bernardo sea puertorriqueño de verdad y demonizar lo que hacen los jets con Anita es bastante grande y conlleva cosas distintas, las dos cosas si son de 1961 pasan y si son 2021 no, pero un cambio es correcto y punto, el otro convierte en otra cosa a los personajes, uno al final se pregunta por qué querría subsanar esta división con estos tipos.
Entonces, hasta acá, se deja claro que los cambios del argumento, aunque leves, resultan significantes, pero creo que desde la forma queda en claro el cinismo que pareciera aportar su participación al film. Si hay algo de toda la película de lo que únicamente se lo pueda responsabilizar a Spielberg son los tamaños de plano. Que en la mayoría de los planos se corten los pies es solo su responsabilidad. Ya conocida y repetida es la anécdota de Ford y un joven Steven: en ella, el viejo cineasta interroga sobre que veía en unas pinturas al joven y este le responde cualquier cosa menos el horizonte, y le dice “cuando seas capaz de distinguir por qué es mejor ubicar el horizonte en la parte superior o inferior del encuadre, tal vez recién ahí puedas hacer realmente buenas películas, ahora vete de aquí…”. Parece que lo entendió de manera literal. En West side story la cámara pareciera flotar siempre. Estoy bastante seguro que no había ni un solo trípode en el set de la película. Los planos son más o menos todos contrapicados o picados. En la versión de 1961, en la escena que atacan a Anita, cuando Doc interviene, no solo efectivamente bailan cuando ponen la música sino que también simbólicamente están a punto de violarla. Por tanto, la relación del acto con la ficción, el mundo real, es distinta. Esto es algo que Spielberg, y me atrevería a pensar que nunca, en toda su carrera, se cuestionó. No creo entender del todo la idea que Ford le quiso transmitir a Spielberg, pero pienso que debe tener algo que ver con la relación del cine con lo real.
No es una bobada conservadora cuando se dice que el plano por excelencia del musical es el plano entero. Este lo es más que nada porque permite ver los pies del protagonista. Otra cosa importante es la diferencia entre plano entero y el general, muy obvia, todos lo saben supuestamente, pero la mayor parte de las películas de ahora no demuestran saberlo ya que no tienen planos enteros decentes. El plano entero se centra en la relación del PERSONAJE con el ESPACIO, el general en la relación del ESPACIO con el PERSONAJE, muy distinto. es decir que en el entero lo importante es el personaje, por ejemplo, los bellísimos planos enteros que le hace Fellini a Mastroianni en 8 y 1⁄2 o en la Dolce Vita se tratan de ver su porte, lo que son, su complejidad, todo lo que cargan y su entorno los hace cargar (un ejemplo semejante y más actual puede ser Andrew Garfield en Under the silver lake). En el plano general la cosa es al revés: en Tati, por ejemplo, se trata de ver cómo el espacio tremendo lo hace moverse, el espacio/ambiente es lo central. Pareciera que para Spielberg no hay diferencia. Pienso que la idea de lo real que le quiere enseñar Ford a Spielberg tiene que ver con esa diferencia. Sí Bazin divide entre “los cineastas que creen en la imagen” y “los que creen en la realidad”, que en los primeros predomina el montaje, el efecto creado por dos imágenes, y en el segundo la ambigüedad del plano secuencia; me animo a decir que Ford quiere enseñar que cuanto mejor ubiques el horizonte menos vas a cortar lo real, menos vas a cortar la materia. Spielberg es definitivamente un “cineasta de la imagen” (por supuesto, son categorías, nadie es 100% uno de la imagen o de la realidad, pero ‘Spielberg no sabe bien decir la verdad’). La gracia del musical esta en ver los cuerpos moverse, y en la historia fantástica, pero también, admitámoslo, es el baile y el canto lo que la hace fantástica. Hollywood logró ser Hollywood no solo gracias al sistema de estudios y a las estrellas, sino que también gracias a los géneros, y parecen olvidarse de eso. Spielberg parece olvidarse de eso. Que para que haya estrellas era necesario el primer plano, pero para cada genero era necesario un tipo de plano distinto. El capital/los estudios perduraron, las estrellas también, los géneros no tanto. Si cuando se quiere retomar un genero se olvida esto, la película va a fallar; está claro que el genero no es el futuro del cine, sí que es una herramienta, un motivo cinematográfico. Hacer una película de género conlleva recordar, hacer recordar un cine, un imaginario. El último musical exitoso no era más que eso, no tengo ni que decir a cuál me refiero.
El remake es mejor únicamente cuando quiere ser más efectista, cuando se conocen Tony y María es más bello y efectivo, la película debe hacernos creer rápidamente en el amor a primera vista, y que ellos tienen que estar juntos para toda la vida, y lo logra a partir de velocidad, movimiento, las miradas, montaje, música. Con la llegada de los cines modernistas y el cinema verite, hasta Hollywood tuvo que abandonar los estudios, los fondos dibujados, las escenografías y vestuarios predeterminados, etcétera, abandonar esa relación entre la ficción y la industria, cosas que eran centrales para el musical. Justo West Side Story de 1961 era parte de un cierto aggiornamento que de alguna forma se veía más cerca de los espacios reales, de los fondos con perspectiva. Sin embargo, en ocasiones usaba los fondos fuertemente ficcionales como el rojo profundo de las paredes del gimnasio de la escena antes mencionada. En la nueva deciden sacarlo, que sea un gimnasio de verdad, quitando así una capa de ficción, de fantástico.
Después los fans de Steven, como a quien va dedicada la crítica, se quejan de que ‘otra paupérrima, aburrida, monótona película de superhéroes’ como Spiderman ocupa todas las salas, por supuesto que es excesivo y abusivo lo que sucedió con esta película, pero no es únicamente una cuestión monopólica. La realidad es que el público prefiere ver Spiderman a Last Night in Soho o Licorice Pizza, ¿y por qué pasa eso? Claro que no se sabe de verdad, pero tiene que tener que ver con todo esto. Spiderman no ignora su presente, ¿tal vez abusa de su presente? Si, es muy posible. En otra ocasión avanzaremos sobre todas las cosas extraordinarias que hace Marvel. Evidentemente este cambio, como los otros, no sirvió para convocar a su presente. Los cambios argumentales que hacen, son pocos, los cambios de forma que hace son significantes. La película no logra retraer un género. No logra convocar políticamente a una masa politizada que claramente está ahí, jóvenes politizados fanáticos de los musicales, si no vean lo que paso con el director de In the Heights. La película igualmente gusta, es West Side Story, Romeo y Julieta, es Steven Spielberg, un cineasta suficientemente hábil y entrenado como para convocar y organizar lo mejor de la industria; cómo no va a gustar algo así. Empero, no convoca. Pues ignora el presente, el género, el cine.
– Para Pablo Planovsky –